El fisicoculturismo es una disciplina que busca desarrollar la musculatura mediante ejercicios físicos. Con el tiempo, fue adaptando a nuevas exigencias, tendencias y a todo tipo de cuerpos. Comúnmente se lo identifica con los hombres, pero en los últimos años se destaca la presencia del género femenino derribando creencias y prejuicios.
En Realidades hablamos con Claudia Rosas, una mujer profesional de 47 años que decidió embarcarse hace tres años en un emocionante viaje al mundo fitness.
¿Qué es ser una mujer fit? ¿Se puede empezar a cualquier edad? ¿Cuánto tiempo se necesita? ¿Cómo se construye el músculo? ¿Qué hay que comer? ¿Cuánto hay que entrenar?
En una charla íntima con Infobae, Claudia comparte la experiencia de su transformación, el paso a paso de un proceso que requiere de paciencia, disciplina y planificación.
Confiesa que nunca estuvo en sus planes incursionar en la competición: “Se considera al culturismo como algo meramente del hombre y no es así. Yo compito en una categoría que se llama Bikini y que es totalmente femenina. No solamente se evalúa un cuerpo fitness sino a una mujer”.
Entusiasmada, asegura que no hay límite de edad para empezar una actividad física, “lo importante es levantarse, tomar la decisión y empezar”.
— ¿Qué es ser una mujer fit?
— Fit es sinónimo de salud. Tanto el hombre como la mujer que son fitness llevan una vida saludable, que se complementa, obviamente, con una buena alimentación y ejercicio regular.
— ¿Cuándo decidiste ser una mujer fit?
— No hace mucho. Si bien siempre hice deporte, hace tres años que me involucré con todo esto.
— ¿Cuántos años tenés?
— 47.
— ¿Cómo fueron tus inicios?
— Obviamente, no es de un día para el otro y lleva toda una planificación y cambios de hábito, sobre todo, en cuanto a la alimentación, en descansar bien y a tener una rutina planificada. Es importante contar con una persona que te sepa guiar, que te sepa decir qué hacer, qué no hacer, para evitar lesiones, ya que a nuestra edad uno se puede lesionar.
— Dijiste “cambios de hábito”, ¿a qué cambios te referís? ¿Qué hábitos tuviste que abandonar debido a los nuevos?
— Sobre todo en la comida, porque algunas cosas resultan difíciles, como suprimir esas grasas saturadas, o esas cosas que a una la tientan mucho, especialmente a mí. Trato de reducir todo lo que lleva harina y contiene mucha azúcar. No las elimino por completo, ya que el cuerpo necesita de todos los nutrientes, pero sí las reduzco o las dejo solo para mis días permitidos, una vez por semana. Este día permitido no abarca todo el día, pero me permite disfrutar de esos alimentos que me gustan.
— La comida es fundamental en tu cambio. Pero ¿esos músculos cómo se hacen?
— El músculo cuesta, por supuesto que no es de un día para el otro. Para mí, el músculo es sinónimo de longevidad. ¿Por qué? Porque uno es su propio seguro de vida, en el sentido de que el día de mañana, cuando seas mayor, puedas tener esa independencia y puedas decir “bueno, si me caigo en la calle no dependo de alguien para que me levante”. Es poder tomar la iniciativa y levantarme por mí misma del suelo, entonces es un seguro de vida a largo plazo, por eso también inicié todo este cambio en mí.
— ¿Cómo era tu cuerpo hace tres años?
— Siempre hice deporte, pero no a este nivel de mejorar mi composición corporal. El hecho de generar más músculo también hace que mi parte ósea y mis articulaciones mejoren, por ende, el funcionamiento del cuerpo es distinto en todo sentido, es diferente.
— Cuando comenzaste a ir al gimnasio, ¿con qué mentalidad entraste? ¿Querías tener el cuerpo actual o entraste y dijiste “entro y veo lo que sale”?
— Hay un prejuicio de eso, ya que se cree que entrar a un gimnasio es solo por razones físicas o superficiales, pero no es así. Uno entra a un gimnasio y comienza una actividad buscando un cambio, en mi caso fue eso, el querer cambiar mi cuerpo, mi composición y ganar masa muscular para el día de mañana estar un poco mejor.
— ¿Pensaste que ibas a lograr ese cambio?
— No, para nada. De hecho, hoy considero que el ingresar a un gimnasio es como un arma poderosa. Vos salís y te sentís como empoderada, como que te llevás el mundo por delante. El hecho de ejercitarte libera endorfinas, las cuales se ponen en funcionamiento y te dan más energía, incluso cuando no tengas ganas de ir a entrenar. Porque hay veces que uno no tiene ganas de ir a entrenar, no siempre tenés las mismas ganas, la misma energía. Sin embargo, te levantás igual y vas porque sabés que los resultados después del entrenamiento serán mucho mejores, más satisfactorios. Y, por supuesto, te va a cambiar el día.
— Nombraste arma poderosa. Tenés esa arma y tenés tres balas, ¿qué tres prejuicios derribamos al ir al gimnasio, desarrollar músculos y ser mujer?
— Bueno, es verdad. Se cree que cuando uno va al gimnasio y levanta peso, te ponés grandota, y no es así. Además, no es de un día para el otro. El hecho de generar masa muscular nos lleva un tiempo, una planificación y una buena alimentación rica en proteínas. Ojalá fuera así de simple. Lleva su tiempo, dependiendo de los objetivos de cada uno. En mi caso, entré y me puse con esto y, hoy por hoy, me metí en el mundo de la competencia, que nunca pensé que lo iba a hacer, jamás estuvo en mis planes meterme en la competición del fisicoculturismo.
— ¿Cómo surgió la idea de competir?
— Fue algo muy loco porque no entré con esa idea. Sí empecé a entrenar, sí me empecé a ver mucho mejor y eso me motivó. Un día dije “bueno, voy a probar”, y me subí. Me fue muy bien, pero obviamente esto requiere de una cierta disciplina. Como siempre digo, “es como tomar esa pastilla que no querés, pero la tomás y sabés que te va a hacer bien”. Todo esto requiere una cierta conducta, una cierta disciplina.
— Cuando decís » es como tomar esa pastilla, pero no querés”, ¿qué es lo que no querías hacer en ese proceso?
— Hay veces que dejás de salir, de juntarte con tus amigas o de estar en una reunión. Igualmente, he ido a reuniones; hace poco tuve un bat de unas amigas y fui con mi tupper. Venían los mozos y te servían, sin embargo, yo agarré la comida de mi tupper y me puse a comer lo que tenía que comer.
— Contame cuando sacás el tupper y lo ponés en la mesa.
— Sí, ya me conocen mis amigas, ya saben. Lo he hecho en fiestas y lo he hecho en un restaurante. Sí, sí, lo he hecho, uno va incorporando esos hábitos.
— Pero ¿cómo reacciona la gente que no te conoce cuando vas a un restaurante y sacás el tupper?
— Y, bueno, la gente te mira con cara rara, pero es como que vos te planteas objetivos y nadie te saca de eso.
— Hablemos de la mirada del otro, por ejemplo, tus vecinas. Hace tres años tenías otro cuerpo, hoy te cruzan y te dicen: “Hola, Claudia, ¿cómo hacés? Pásame la receta”.
— Sí, siempre me piden consejos y, obviamente, siempre se los doy desde mi experiencia, y en lo que las pueda ayudar, lo hago, pero sí, les llama la atención. Siempre digo que nunca es tarde, porque yo soy una persona grande y esto lo empecé de grande, nunca es tarde para empezar a hacer una actividad y verte mejor. El resto no sé, depende de cada uno, pero no sé si pesa tanto o no la opinión del otro, es cómo uno se ve y a lo que vos querés llegar, cuáles son tus objetivos.
“Para mí, el músculo es sinónimo de longevidad”
— Volviendo a tus músculos, ¿es necesario ir al gimnasio para desarrollarlos?
— Hay que entrenar, sí. Hay que hacer ejercicio de pesas, tener una buena planificación y tener una dieta rica en proteínas. ¿A qué me refiero con proteínas? A comer pollo, pescado, carne, huevo, yogur, mayormente de bajas calorías, como el yogur griego.
— ¿Cantidades?
— Sí, tiene que haber cantidades, pero no solamente tiene que ver la cantidad, sino la calidad de la comida. Sí, por supuesto, no me voy a comer un pollo, si bien puedo comer pollo, carne, no me voy a comer una tira de asado, eso lo voy a dejar, trato siempre de que sea carnes magras, la tira de asado la voy a dejar para el fin de semana con los amigos.
— Hablemos en particular del pollo, ¿cuánto pollo? No es lo mismo comer una porción de pollo sin saber cuánto pesa cuando comes afuera que comer 150 gramos de pollo preparados en casa.
— No. Lo ideal es pesar la comida, tanto las proteínas como los carbohidratos. Hay alimentos que se pesan cocidos, como el pollo, los carbohidratos, el arroz y la papa, pero los frutos secos, y todas esas cosas, ya lo pesás como viene, pero siempre en cocido pesás los alimentos.
— De los alimentos con mayores proteínas, ¿cuáles son los alimentos estrellas, los que sí o sí hay que consumir?
— Todo lo que deriva de la proteína animal es fundamental y no puede faltar en una dieta en la que necesites ganar masa muscular, principalmente: carne, pescado, pollo, queso, huevo y yogur.
— ¿Cuántos huevos comés por día?
— Hay un mito también con el tema del huevo. No sube el colesterol ni nada por el estilo, hay que incorporar más huevo a nuestra dieta, obviamente, no como tanto la yema, sino las claras. Consumo entre seis y siete huevos o claras de huevo por día.
— ¿Qué no puede faltar en tu día? Que vos digas ”me falta esto y mato a alguien”.
—De todo en realidad, porque incluyo proteínas, los carbohidratos, las grasas, las grasas sanas, un poco de aceite de oliva, palta y frutos secos. Es importante medir la cantidad de frutos secos, ya que uno tiende a excederse fácilmente y eso también engorda e hincha.
— Hablemos de entrenar, ¿qué es entrenar? Por ejemplo: si yo voy a las siete de la mañana y me quedo hasta las ocho usando las máquinas, ¿yo ya entrené?, ¿eso es entrenar, ir a un gimnasio una hora?
— No, no, para nada. Lleva una cierta planificación, está bueno tener una persona que te sepa guiar, que te sepa decir qué hacer para poder trabajar bien tus músculos o un músculo determinado. Esto ayuda a evitar las lesiones que, como mencioné antes, a nuestra edad implican no poder entrenar una semana entera. Entonces lleva toda una planificación, no siempre entrenamos los mismos grupos musculares y no todos los días, porque el músculo también necesita su descanso, el músculo necesita descansar para poder crecer.
— ¿Y cuándo descansa un músculo?
— Bueno, lo ideal es descansar durante siete u ocho horas diarias. Es durante este período cuando el músculo crece, no adentro de un gimnasio, sino en reposo.
— Hace tres años tu vida cambió. Hablemos de tu familia, ¿tenés hijos?, ¿marido? Contame eso, ¿se adaptaron?, ¿son hijos y papá fit?
— No tanto, pero me acompañan. De hecho, me acompañan en las competencias cuando compito afuera. Voy a hablar especialmente de mi hija, que es una preadolescente de trece años. Aunque siempre le insisto en hacer alguna actividad, obviamente me resultaba más fácil cuando era más chica, que íbamos al club y teníamos nuestro grupo de amigos con quienes practicábamos diferentes deportes. Ahora que es una preadolescente, la tecnología juega un papel importante y cuesta mucho sacar a los chicos de las pantallas. Por eso, lo que uno debe hacer es buscar aquello que les interesa, que les despierta curiosidad. En mi caso, por ejemplo, a mi hija le gusta el baile. No le interesa la gimnasia ni los aparatos, pero disfruta bailar. Por eso, la apoyo y la acompaño en su interés, ya que considero que el simple hecho de poner el cuerpo en movimiento y alejarla de la pantalla durante unas horas es fundamental.
— Hablaste de adolescentes. ¿Los adolescentes pueden ser fit?
— La edad ideal para empezar a ir a un gimnasio es a los dieciocho años, sí, sí, sí.
— ¿18?
— Porque ya están desarrollados, hay chicos que empiezan desde antes, pero lo ideal es empezar a partir de los dieciocho.
— ¿Antes no?
—Quizá a los diecisiete, pero no me tiraría a más porque todavía están en desarrollo. Sí pueden hacer deporte, fútbol, natación, natación es un deporte super completo.
— Viene tu nena y te dice: “mamá, llévame con vos al gimnasio, quiero levantar 50 kilos”, ¿qué hacés?
— Es mi sueño. Sería mi sueño, sin embargo, no va por ahí y tampoco pretendo que sea así, al contrario, me encanta que sea diferente, pero sí fomento el deporte. Mi marido no es de esta rama, se dedica a otra cosa, él juega al pádel, pero siempre fomentamos esto: la vida del deporte y la vida saludable, yo creo que no hay edad para eso.
— Y tu marido, ¿qué dice de tus músculos?
— Le gustó. Fue fuerte el cambio, creo que ninguno de los dos se lo esperaba. No hace mucho que estoy en esto y encima empecé de grande, pero se lo recomiendo a cualquiera, porque no solamente es un cambio físico, sino también me ayuda a la cabeza, o sea, entro al gimnasio y es mi hora de terapia. La destino para mí y me hace muy bien, me carga de energía, salgo distinta y encaro el día de otra manera.
— ¿Sentís que todavía existen prejuicios hacia las mujeres con músculos?
— Sí, por supuesto, porque se considera como un deporte, al menos el nuestro, que es el culturismo, meramente para el hombre y no pasa por ahí. Yo, por ejemplo, compito en una categoría que se llama Bikini y que es totalmente femenina y no solamente se evalúa un cuerpo fitness, sino que se evalúa a una mujer, que se tiene en cuenta su malla, el make up, el pelo, o sea algo más femenino. Se busca un cuerpo femenino dentro del culturismo, y en las otras categorías también. Más allá de que una persona tenga músculos, no significa que sea algo grotesco; al contrario, para mí representa un estilo de vida saludable porque van de la mano.
-¿En qué consiste la categoría Bikini?
– Es una categoría dentro del fisicoculturismo, es el comienzo, es lo que eligen las chicas que quieren comenzar con esta disciplina. Como no necesitas tanta atrofia muscular ni generar tanta masa muscular, se llama la categoría Bikini. Se refiere a una chica con un cuerpo más o menos adecuado para usar bikini, como para ir a la playa. Entonces, entrenando un poco y generando algo de masa muscular, se puede lograr. Después, obviamente, está la parte competitiva, que requiere ajustes y cambios más exhaustivos cerca de la competencia. Pero, en su mayoría, se comienza con un estilo de vida saludable. Por supuesto, hay personas que prueban y les gusta, y otras que prueban y no les gusta y no vuelven a hacerlo.
-¿Cómo es la preparación?, ¿cambia mucho tu rutina diaria, decís “paren todo que empiezo a competir”?
— No, no, trato de complementarlo. Obviamente, tengo una vida, tengo mi marido y tengo mi hija. No me dedico solo a eso, soy licenciada en marketing, tengo mi trabajo fuera de esto, pero trato de complementar todo. Además, lleva su tiempo de preparación, no es de un día para el otro, un cuerpo cuesta trabajarlo, me puede llevar entre seis o siete meses, dependiendo los objetivos y cuándo sea la competencia. Entonces, también me tomo mis vacaciones y me relajo con mi familia, no siempre es preparar y entrenar.
— Cuando estás de vacaciones, ¿seguís entrenando?
— Sí, porque mi cuerpo lo pide, necesito eso. No al nivel de cuando empiezo una preparación, pero sí necesito entrenar…
— ¿Qué te pide el cuerpo? ¿Qué te dice? ¿Cómo te lo pide?
— Si pasan dos días sin entrenar, siento la necesidad de hacer ejercicio, ya sea en el gimnasio, salir a caminar, andar en bicicleta o hacer aeróbicos. Es como que ya tu cuerpo se acostumbró a eso, lo pide, lo necesita, como si oxigenara mi cuerpo.
— Eso que decís que “el cuerpo lo pide, lo necesita”. “El cuerpo quiere chocolate”, “el cuerpo quiere gimnasia”, ¿puede ser una adicción en algún momento ir a entrenar? ¿Llegás a ver adicción en esto de “ir a entrenar”?
— No, no sé si lo llamaría una adicción. Sí debo tener una disciplina en todo esto, porque sin ella no lo podría hacer. Una fuerza de voluntad de decir “voy aunque no tenga ganas, me levanto igual, voy y entreno”, pero obviamente yo tengo un objetivo, la competencia.
“Entro al gimnasio y es mi hora de terapia”
— Cuando te levantás y no tenés ganas, ¿qué hacés?, ¿qué pensás?
— Me levanto y voy igual, porque sé el resultado que genera el entrenamiento, o sea, recargo mi energía, salgo motivada y siento que me llevo el mundo por delante, sin embargo, no siempre uno tiene la misma predisposición para ir al gimnasio.
— Hablemos de costos, ¿cuál es el costo de ser una mujer fit?
— Hay que dejar algunas cositas de lado, porque hay veces que uno se tienta con ciertas cosas, con salidas o reuniones con amigos. Yo soy una persona que no fuma y no toma, por ejemplo, estas son cosas que no van muy de la mano con todo esto.
— ¿Qué fue lo que más te costó dejar?
— Lo dulce, porque soy muy dulcera y, además, me encanta. Las harinas, ya que es algo muy adictivo. Esto sí cuesta un poco, pero se puede. No son cambios que se hacen de un día para el otro, son cambios paulatinos. Esto para evitar el efecto rebote, la idea es poder sostenerlo en el tiempo y que no sea un sacrificio, que lo puedas hacer. Por eso es tan importante darte un permitido.
— ¿Cómo te imaginás hoy a la Claudia actual si no hubiera pasado por este nuevo estilo de vida? A la Claudia de hace tres años, ¿cómo estaría hoy? ¿Cómo te visualizás sin estos músculos, sin este tanque interno?
— Yo lo hice para tener una mejor calidad de vida y no tener que depender de nadie en el futuro. Por ejemplo, la mamá de un amigo mío tiene ochenta años, nunca había hecho ejercicios, se dedicó a ser ama de casa, que no está mal, por supuesto, pero tuvo que empezar una actividad física por una cuestión de salud, un problema de columna. Actualmente, está haciendo ejercicios de movilidad con su hijo que le han ayudado a mejorar su postura. Gracias a esto, hoy no se levanta con tantos dolores como antes. Por eso considero que uno va preparando su cuerpo para el día de mañana llegar mucho mejor y no depender de nadie.
— Tengo 65, 70 años, nunca entré a un gimnasio, no tengo masa muscular y estoy considerando cambiar mi estilo de vida, ¿se puede? ¿Cómo se hace?
— Por supuesto que se puede. Yo recomendaría hacer una consulta con un profesional que pueda determinar si estoy en condiciones de realizar actividad física o no. Sin embargo, siempre hay herramientas y actividades que puedo hacer para mejorar mi situación. Creo que muchas veces es más una cuestión mental decir “no puedo” en lugar de explorar lo que sí puedo hacer. Por supuesto, es importante considerar cualquier problema de salud que pueda impedir la actividad física, pero siempre es útil consultar con un profesional y comenzar. La clave está en tomar la decisión y dar el primer paso.
— ¿Qué ves cuando te ves al espejo, Claudia?
— Mi composición corporal cambió mucho en este último tiempo. Al principio me costó ver los cambios. Luego de una competencia cuesta verse porque es como que te acostumbrás a ese cuerpo y ese cuerpo no es, el de la competencia es meramente el de la competencia y luego pasás a tener un cuerpo normal, digamos, de una persona que lleva una vida saludable, pero te vas amigando con todo eso. No es lo mismo en una etapa en la que estás ganando volumen y uno puede pensar “me veo gorda, estoy hinchada”. En realidad, es parte del proceso; para ganar músculo, uno tiene que aumentar de peso. Siempre digo que no es necesario pesarse todos los días, sino que es mejor hacerlo cada quince días o una vez por semana, o incluso tomar fotos para notar los cambios gradualmente. Todo lleva su tiempo y es un proceso en el que hay que ser paciente.
“Uno va preparando su cuerpo para el día de mañana no depender de nadie”
— ¿En qué proceso te encontrás hoy?
— Bueno, ahora no están las competencias, pero en seguir ganando masa muscular. Obviamente, mi idea no es pasarme de categoría, así que voy a seguir compitiendo en la categoría Bikini. En este momento, estoy en una fase de volumen. Mayormente, las competencias las realizo a fin de año, así que durante estos meses estoy preparando mi cuerpo y aumentando masa muscular para llegar a mi etapa final, que es la definición. Durante esta fase, eliminamos líquidos y adiposidad, y la piel se adhiere más al músculo, lo que nos ayuda a definir. Esta definición es crucial para nuestras competiciones.
— Nombraste la palabra peso, ¿cómo era tu relación con el peso antes?, ¿cómo es ahora y cuál es el mito de la balanza, del número?
— Sí, es un mito porque uno no tiene que pesarse a cada rato, ya que varía mucho, más en la mujer que tenemos cambios hormonales. En mi caso, retengo muchísimo líquido y pesarme a cada rato no me sirve. De hecho, cuando estás en una etapa de ganar masa muscular, el músculo siempre va a pesar más, entonces, sí, por supuesto que mi peso varió y no tengo el mismo peso que tenía cuando empecé, pero lo gané en calidad porque hoy por hoy no tengo tanta adiposidad y tengo más masa muscular. Entonces, mi composición corporal cambió muchísimo, pero para mejor y peso más, por supuesto, porque el músculo pesa más.
— ¿Cuál fue tu mayor aprendizaje en estos tres años de procesos y de cambio?
— Fue un desafío personal enorme porque he tenido que superar obstáculos y trabajar mucho mi autoestima y mi disciplina, es continuamente el día a día.
— Dijiste obstáculos, ¿qué obstáculos se te cruzaron?
— A veces, no tener ganas, el querer comer algo y no poder comerlo por estar en plena preparación, pero nada te saca de lo que vos te planteas y los objetivos, por eso depende de cada uno y qué objetivos se planteen en tu vida, no todos tenemos el mismo cuerpo ni los mismos objetivos.
— ¿Qué te gustaría decirle a la gente que no se anima por prejuicio o por miedo a arrancar?
— Que no hay límite de edad para empezar una actividad física, sea adentro de un gimnasio o no, lo importante es levantarse, tomar la decisión y empezar.
“Cuando salís del gimnasio sentís que te llevás el mundo por delante”
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