Muchos se habló de la victoria de Juan María Traverso con su cupé Renault Fuego en llamas en el TC 2000 en General Roca 1988. O de aquel triunfo con una rueda en llanta en Pigué 1986 en la misma categoría o la vez que ganó bajo una lluvia torrencial en el TC en Buenos Aires en 1994 con un Chevrolet con gomas para piso seco. Pero el 27 de marzo de 1988 protagonizó uno de sus máximos hitos que fue ganarle a los mejores pilotos nacionales de pista y de rally en una montaña. Entre los invitados estuvo Carlos Alberto Reutemann.
En esa época SEVEL, que estuvo a cargo de Fiat, reeditó el Desafío de los Valientes, que era un evento con el objetivo de promocionar su último modelo o al que le apuntaron sus cañones de marketing. En los años setenta se hizo con el Fiat 125, en 1987 fue el Regatta, en 1988 el Duna y el 1989 el Uno. Eran competencias en pista y en ripio y por eso invitaban a la élite de corredores nacionales en una combinación de trazados para que pudieran explotar al máximo sus condiciones.
Los velocistas de pista en un autódromo y los del rally en la montaña. La edición de 1988 fue una constelación de estrellas, una de las más fuerte del Desafío de los Valientes por nombres propios. Entre los pisteros estuvieron Traverso, Miguel Ángel Guerra, Silvio Oltra, Roberto José Mouras, Oscar “Pincho” Castellano, Guillermo “Yoyo” Maldonado, Emilio Satriano, Osvaldo “Cocho” López, Ernesto “Tito” Bessone, Fernando Croceri, Alberto Baldinelli y el propio Lole Reutemann, retirado de la Fórmula 1 en 1982 y cuya última carrera oficial había sido en el Rally de la República Argentina de 1985, con un Peugeot 205 Turbo con el que fue tercero en Córdoba y que hace unos años compró un coleccionista argentino.
En esa provincia a los “pisteros” los esperaron los créditos locales especialistas en derrapes, ases de los ripios y de la montaña, como Gabriel Raies, Jorge Bescham, Ernesto Soto, Carlos Garro, José Luis Grasso, Mario Stillo, Omar De Giovanni y Miguel Torrás, entre otros.
Luego del triunfo de Guerra en el Circuito 9 (3.353 metros) del Autódromo de la Ciudad de Buenos Aires (Traverso y Cocho López completaron el podio), el segundo capítulo fue en un circuito en una montaña en Villa Carlos Paz llamado El Pato, de 1.750 metros. Se armó con dos variantes a la par para que pudieran darse los mano a mano.
En la meca del rally en la Argentina, en una fresca mañana en la que igual el fernet se hizo presente para acompañar el asado, los cordobeses fueron testigos de un hecho histórico y de gran relevancia por el nivel de los protagonistas. Lo mejor de lo mejor del ámbito nacional se hizo presente.
Lo interesante de la prueba fue que todos contaron con autos iguales y la diferencia la hizo la muñeca de cada corredor. Manejaron el Fiat Duna de la versión SCV con un motor 1.500 cm3 de 82 caballos de potencia. Eran autos estándar, cuya únicas modificaciones fueron la jaula antivuelco reglamentaria y amortiguadores más rígidos. En Buenos Aires usaron gomas slicks (para piso seco) y en El Pato las Pirelli P-4 en lugar de la P-44 que llevaban esos coches de fábrica, porque eran más angostas y se adaptaron mejor al desparejo piso del dibujo serrano.
En un país en plena crisis y recesión económica, con cortes de luz programados, un grupo de entusiastas y apasionados pudieron organizar este gran evento con el recordado Alcides Raies (padre de Gabriel) a la cabeza, el “Tito Lectoure” del automovilismo argentino. El Turco ya había organizado carreras del TC 2000, fue el nexo entre la categorías y otras con la televisación y unos meses antes llevó a cabo un Mundialito de Fórmula 3 con autos y pilotos sudamericanos y europeos, y con la última fecha de ese mini certamen en un circuito callejero en Villa Carlos Paz.
Sin los recursos tecnológicos de hoy, Raies y compañía lograron que ATC (hoy Televisión Pública) pudiera subir un móvil de exteriores a la montaña e hicieron la transmisión en vivo y en directo en un escenario que era más adecuado para el motocross.
El periodista Raúl Barceló, que trabajó en la cobertura y relató la carrera junto al recordado Héctor Acosta, le contó a Infobae algunos detalles de esa jornada: “El Pato está en las sierras, al lado del Dique San Roque. Subir el móvil a la montaña no era tan complicado, algo que sí pasaba en Balcarce, donde había que subir loma de burro las antenas, ya que transmitíamos por vía coaxil”.
En El Pato el formato de competencia fue primero con seis series de tres competidores y se sortearon los integrantes de cada parcial. Los dos más rápidos avanzaron directo a los octavos de final y el resto del cuadro se armó por repechajes. Luego fueron mano a mano en octavos de final, cuartos, semifinal y final. En la primera batería, Traverso fue relegado por Soto, pero pudo avanzar a los octavos de final junto con el ganador y De Giovanni, Bescham, Raies, Croceri, Grasso, Baldinelli, Stillo, Bescham, Torrás y Guerra.
En tanto Reutemann logró meterse entre los 16 mejores por el repechaje, aunque luego perdió ante Traverso. Barceló recuerda una divertida anécdota entre ambos: “El Lole fue eliminado por el Flaco, quien en ese momento me decía que Carlos, por diversas circunstancias o por su carácter, no le daba mucha bola. Casi no llegaron a correr juntos. Él sentía que Reutemann lo ninguneaba y entonces cuando ambos estuvieron a punto de subirse a sus autos Juan le dijo ‘¿trajiste la valija?’ Carlos le preguntó ‘¿la valija para qué?’ A lo que Juan María le respondió ‘porque ahora te elimino y ya te volvés a Santa Fe a tu casa’. Típico del Flaco para menoscabarte y pegarte en la psicológica”.
Traverso pudo avanzar entre ocho especialistas de rally y cuatro pisteros, lo que pintó un panorama favorable para los locales y a puro cuarteto de la Mona Jiménez, ya furor en aquella época, los cordobeses explotaron de euforia. La alegría siguió cuando en los cuartos de final, ya que Raies superó a Guerra, Torrás a De Giovanni, Bescham a Soto y Traverso a Grasso.
El Flaco de Ramallo creció en confianza y su labor tuvo tinte de hazaña siendo protagonista en la montaña contra los créditos locales. A medida que avanzó se ganó el respeto de los cordobeses pese a ser un “outsider” y fue por el espectáculo que dio sobre el Duna.
En las semifinales, Traverso dio cuenta de Torrás y Raies de Soto. La gran final cruzó al entonces ya múltiple campeón de rally contra el máximo exponente de pista en ese momento. Juan María ya se había asegurado ser el mejor en el Desafío de los Valientes por la sumatoria de puntos entre la carrera de Buenos Aires y el evento en El Pato. Pero tuvo una motivación especial para dominar también en la montaña.
Desde el inicio de la final el Flaco fue más rápido según contó la cobertura de la revista Parabrisas de Carlos Figueras. Juan María le sacó algunas centésimas a Gabriel y en la primera vuelta terminó al frente. En la segunda el cordobés dañó la suspensión trasera izquierda de su Duna y se complicó. Traverso se impuso por casi 3 segundos y tras el primer giro hubo solo 38 centésimas entre ambos.
“Este no es un circuito de montaña ni nada que se le parezca. Aquí se pegan treinta o cuarenta vueltas y se acabaron los secretos. Si me decís que la final con Raies era como el año pasado en el tramo de ruta entre Copina y Cuesta Blanca, te digo que me ganan Soto, Raies, Stillo, Torrás y Bescham. Qué se yo… Pero acá la cosa es distinta”, contó el Flaco tras su triunfo.
“En la final el favorito era Gabriel (Raies) porque era un especialista en el rally y la verdad que cuando perdió se ‘quería matar’ porque en Córdoba debía ganar él. Pero la ganó Juan María (Traverso) y fue muy importante porque corrían los mejores pilotos del país más allá de correr con autos de poca potencia”, concluye Barceló.
Ese domingo Juan María Traverso ratificó que era el mejor piloto a nivel nacional en ese momento. Hasta superó a especialistas del rally en el patio de su casa. Su idilio con la gente ya estaba por las nubes. Lo volvió a demostrar el domingo siguiente cuando ganó con el auto en llamas. Aunque esa es otra historia, una de las tantas que lo convirtieron en el último gran ídolo del automovilismo argentino y tras su fallecimiento este sábado se convirtió en leyenda.
EL DESAFÍO DE LOS VALIENTES 1988